La prueba del alcohol

Luis Santos Dini sufría de un leve temblor en las manos, y por las distintas consultas que había realizado en Uruguay pensaba que podía ser Parkinson. Así fue que, aprovechando la visita que estaba realizando a una de sus hijas, que en ese momento vivía en España, decidió trasladarse en tren hasta la ciudad de Florencia en Italia, donde, según él había leído antes de salir de Uruguay, atendía el «Profesor Antonini», que era un especialista a nivel mundial en temas de Geriatría.

En una entrevista realizada al Químico Luis Dini (LD) en diciembre de 1988, en el programa «Hablemos Claro», conducido por Eric Muller (EM), contaba así la anécdota surgida de aquella visita al profesor Antonini:

LD – Bueno, llegué el viernes de noche (a Florencia). El sábado de mañana fui a la clínica del profesor Antonini.

  • El profesor Antonini no está.
  • Digo: ¿Cómo no está?.

Yo no se qué cara puse y dice:

  • Y… ¿qué quiere?, ferragosto, vacaciones…
  • Pero, ¿dónde está?.
  • Está en la casa de campo.
  • ¿Y dónde es la casa de campo?.
  • En Puente Nuevo.
  • ¿Y dónde es Puente Nuevo?
  • El último quincero sobre el Arno.

Tomé un taxi y me fui. Eran unos cinco kilómetros. Llego allá… una portera de tirantillo igualitas a las nuestras… una hoja chica, una grande. Se ve que nosotros copiamos el modelo. Adentro una señora y afuera un matrimonio con otra señorita o señora. Me arrimé y cuando abrieron para ellos yo entré. Entonces el profesor Antonini atendió a las damas, yo quedé allí sentado. Después él vino y dice:

  • ¿Y a usted qué le pasa?.

Y bueno esto que les conté, no se si les conté:

  • Me tratan de Parkinson, me jubilaron por enfermedad, tatata… hace 8 años.

Bueno dice:

  • A ver camine

Caminé, di vuelta. Dice:

  • A ver deme las manos.
  • Me empujo una, me empujo otra. Se sentó y dice:
  • Mire, a mi me parece que usted no tiene lo que dice, usted no tiene Parkinson. Usted tiene una cosa de nacimiento que heredó de su padre o de su madre. Eso se determina con «la prueba del alcohol». Usted me escribe unas líneas, yo le doy alcohol, usted escribe de vuelta. Si mejora la letra no tiene Parkinson (se ríe). Si no mejora, usted tiene Parkinson. Bueno pase al consultorio.

El consultorio era la piecita de al lado si él estaba en una casita de campo.

EM – Claro, estaba de vacaciones.

LD – Y lo único que vi allí afuera fue un perro negro, ¿no?. Entonces me trajo papel, lápiz y yo quede escribiendo. Él se fue, en una de esas viene y dice:

  • ¿Qué quiere tomar?. ¿Whisky, Tequila o Coñac?

EM – ¡Qué servicio!, ¿eh?…

LD – Eh… (se ríe), ¡qué médico!. Digo:

  • Mire doctor, yo prefiero Coñac.

Él fue adentro, él mismo sirvió, me trajo el coñac y yo ya me lo disfrute porque el hombre me estaba atendiendo, ¿no?. Bueno… cuando él en una pasada vio que había terminado dice:

  • Bueno, lo voy a examinar.

Pasé allí a la pieza de al lado, me auscultó, me hizo toser, me hizo decir 33 y me acordé del Uruguay; porque aquí en campaña cuando el médico no tiene nada para… le hace decir 33. Pero si un especialista a nivel mundial le hace decir quiere decir que es una cosa, eh, correctísima. Bueno me hizo unas preguntas y dice:

  • Bueno ahora vaya y escriba de vuelta.

Ah, me tomó la presión.

EM – Y le dice que vuelva a escribir; usted ya había escrito antes de tomar alcohol, ahora lo hace escribir después de tomar alcohol.

LD – Me hace escribir después de tomar alcohol. Bueno, bien, perfecto… escribí, ¿no? y él que salió viene y dice… mira las dos, dice:

  • Mire como mejoro la “ene”, mire como mejoro la “erre”, no, usted no tiene Parkinson, que va a tener.

EM – Con el alcohol increíblemente mejoró la letra.

LS – Mejoré la letra y le sirvió a él para el diagnostico; que eso es lo importante, ¿no?.